Las personas con autismo suelen presentar
graves dificultades para tomar iniciativa en la comunicación; presentan
problemas para la comunican espontánea tanto verbal como no verbal. La
intervención en el área del lenguaje y la comunicación debe centrarse
prioritariamente en que experimenten lo que es el lenguaje en cualquiera de sus
formas como sistema de afectar su medio. Tienen que aprender que hablar,
signar, gesticular, emplear palabras escritas, fichas o dibujos puede ser una
herramienta para satisfacer sus necesidades, una herramienta personalmente
significativa de comunicación y expresión; que además permite compartir
significados y transacciones de carácter social.
La expresión de intenciones comunicativas, el empleo espontáneo, funcional
del lenguaje, debe ser, por lo tanto, un objetivo prioritario frente a
cualquier otro objetivo. Así, los principios a tener en cuenta para aplicar la
tecnología con niños de estas características son los siguientes:
1. Fomentar la espontaneidad: La intervención debe
fomentar e incluso enseñar explícitamente la producción frecuente de conductas
comunicativas sin instigación previa, sin que medien indicaciones, preguntas o
ayudas por parte de otros (por ejemplo, ¿Qué quieres? etc.).
Difícilmente podemos considerar comunicación que una persona se
"comunique" con gente que tiene conocimiento previo de lo que quiere
o debería decir (Watson, 1985).
Es necesario que los materiales sean un estímulo interesante para él y que
tenga objetivos estructurados adecuadamente. Se trata de adaptar la cantidad y
calidad de los estímulos del entorno a las demandas cognitivas y a los niveles
de competencia global que el alumno presente.
Fomenten las iniciativas del alumno, induciéndole mediante enseñanza
específica al empleo de pautas de comunicación que le permitan, por ejemplo,
conseguir cosas que disfrutaba previamente a cambio de nada. El entorno
debe permitir la introducción de cambios potencialmente adecuados promovidos,
debidos a iniciativas desarrolladas por el alumno.
Difuminar de forma progresiva los estímulos discriminativos que
desencadenan la comunicación.
2. Asegurar la generalización de los
aprendizajes: La intervención debe asegurar la
generalización de los objetivos a situaciones diferentes, personas diferentes
mediante su programación específica.
Una de las características más típicas y específicas del síndrome autista
es la dificultad severa para generalizar las habilidades adquiridas. Los
aprendizajes alcanzados generalmente se mantienen exclusivamente frente a los
estímulos discriminativos, a veces de lo más irrelevantes, con los que se
asociaron en primeras fases del aprendizaje.
Además no podemos considerar que se facilite la generalización cuando los
contextos habituales de enseñanza del lenguaje están separados de los contextos
naturales de interacción y uso del lenguaje, y se asigna en exclusiva la
realización de la enseñanza a una persona específica: el terapeuta del
lenguaje.
Para conseguir el objetivo propuesto será necesario redistribuir las
competencias entre los distintos profesionales del centro y definir contextos
más naturales de enseñanza y uso del lenguaje.
3. Definir objetivos funcionales: El hecho de que los
refuerzos que empleamos sean naturales, intrínsecos a la conducta lingüística
nos asegura que ésta se vaya a mantener de forma autónoma al producir regular y
predeciblemente una serie de efectos en el medio.
Se plantea, por lo tanto, la necesidad de "diseñar' situaciones de
aprendizaje y generalización de los objetivos alcanzados de forma que las
conductas lingüísticas tengan consecuencias naturales y significativas;
situaciones en las que el sujeto necesite o quiera usar una nueva habilidad
comunicativa.
Partir de un método de entrenamiento de ensayos discretos, incorporamos a
la situación varias características del modelo de enseñanza incidental.
Cuando, después de un período de enseñanza, el alumno produjera a nivel de
criterio el signo o emisión verbal sin ayudas, pasaríamos a la fase de
generalización a diversas situaciones, personas y referentes.
4. Desarrollar una competencia lingüística: La intervención debe
centrarse en el desarrollo de una competencia lingüística: debe fundamentarse
en el supuesto, empíricamente comprobable de que además de adquisiciones
concretas centradas en aspectos puntuales del lenguaje se está construyendo una
competencia lingüística, operativizable en la elaboración de reglas
morfosintácticas, generalización de las categorías semánticas enseñadas,
desarrollo de funciones pragmáticas, etc. (Leonard, 1981).
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