miércoles, 10 de julio de 2013

PRINCIPIOS DE APLICACIÓN DE LA TECNOLOGÍA EDUCATIVA EN LA DIVERSIDAD


Las personas con autismo suelen presentar graves dificultades para tomar iniciativa en la comunicación; presentan problemas para la comunican espontánea tanto verbal como no verbal. La intervención en el área del lenguaje y la comunicación debe centrarse prioritariamente en que experimenten lo que es el lenguaje en cualquiera de sus formas como sistema de afectar su medio.  Tienen que aprender que hablar, signar, gesticular, emplear palabras escritas, fichas o dibujos puede ser una herramienta para satisfacer sus necesidades, una herramienta personalmente significativa de comunicación y expresión; que además permite compartir significados y transacciones de carácter social.

La expresión de intenciones comunicativas, el empleo espontáneo, funcional del lenguaje, debe ser, por lo tanto, un objetivo prioritario frente a cualquier otro objetivo. Así, los principios a tener en cuenta para aplicar la tecnología con niños de estas características son los siguientes:

1.  Fomentar la espontaneidad: La intervención debe fomentar e incluso enseñar explícitamente la producción frecuente de conductas comunicativas sin instigación previa, sin que medien indicaciones, preguntas o ayudas por parte de otros (por ejemplo, ¿Qué quieres? etc.). 
Difícilmente podemos considerar comunicación que una persona se "comunique" con gente que tiene conocimiento previo de lo que quiere o debería decir (Watson, 1985). 
Es necesario que los materiales sean un estímulo interesante para él y que tenga objetivos estructurados adecuadamente. Se trata de adaptar la cantidad y calidad de los estímulos del entorno a las demandas cognitivas y a los niveles de competencia global que el alumno presente. 
Fomenten las iniciativas del alumno, induciéndole mediante enseñanza específica al empleo de pautas de comunicación que le permitan, por ejemplo, conseguir cosas que disfrutaba previamente a cambio de nada.  El entorno debe permitir la introducción de cambios potencialmente adecuados promovidos, debidos a iniciativas desarrolladas por el alumno.  
Difuminar de forma progresiva los estímulos discriminativos que desencadenan la  comunicación.  

2.  Asegurar la generalización de los aprendizajes: La intervención debe asegurar la generalización de los objetivos a situaciones diferentes, personas diferentes mediante su programación específica. 
Una de las características más típicas y específicas del síndrome autista es la dificultad severa para generalizar las habilidades adquiridas.  Los aprendizajes alcanzados generalmente se mantienen exclusivamente frente a los estímulos discriminativos, a veces de lo más irrelevantes, con los que se asociaron en primeras fases del aprendizaje. 
Además no podemos considerar que se facilite la generalización cuando los contextos habituales de enseñanza del lenguaje están separados de los contextos naturales de interacción y uso del lenguaje, y se asigna en exclusiva la realización de la enseñanza a una persona específica: el terapeuta del lenguaje. 
Para conseguir el objetivo propuesto será necesario redistribuir las competencias entre los distintos profesionales del centro y definir contextos más naturales de enseñanza y uso del lenguaje. 

3. Definir objetivos funcionales: El hecho de que los refuerzos que empleamos sean naturales, intrínsecos a la conducta lingüística nos asegura que ésta se vaya a mantener de forma autónoma al producir regular y predeciblemente una serie de efectos en el medio. 
Se plantea, por lo tanto, la necesidad de "diseñar' situaciones de aprendizaje y generalización de los objetivos alcanzados de forma que las conductas lingüísticas tengan consecuencias naturales y  significativas; situaciones en las que el sujeto necesite o quiera usar una nueva habilidad comunicativa.
Partir de un método de entrenamiento de ensayos discretos, incorporamos a la situación varias características del modelo de enseñanza incidental.
Cuando, después de un período de enseñanza, el alumno produjera a nivel de criterio el signo o emisión verbal sin ayudas, pasaríamos a la fase de generalización a diversas situaciones, personas y referentes.  


4. Desarrollar una competencia lingüística: La intervención debe centrarse en el desarrollo de una competencia lingüística: debe fundamentarse en el supuesto, empíricamente comprobable de que además de adquisiciones concretas centradas en aspectos puntuales del lenguaje se está construyendo una competencia lingüística, operativizable en la elaboración de reglas morfosintácticas, generalización de las categorías semánticas enseñadas, desarrollo de funciones pragmáticas, etc. (Leonard, 1981).

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